Por lugares de la modernidad literaria ha registrado todos los ámbitos que se redistribuyen, contenida y transversalmente, por una decena de textos que bien pudieran llamarse capítulos. La modernidad literaria ha atravesado guerras, entreguerras y posguerras, vio incendios y calmas revolucionarios; su literatura ingresó en regiones en donde lo local cobró la máxima dimensión; entró en los desconcertantes territorios urbanos; realizó trato e intercambio con otras artes; alcanzó a distinguir y a darle la bienvenida a una cultura continental y enriquecedora que venía de fuera; creyó también en la universalidad de un arte al que veía como manifestación cultural; y acusó el impacto de una cultura que se transmutaba en producto de mercado; y cómo la aldea se volvía global por efecto de los nuevos medios de comunicación operando a todo trapo y a escala planetaria. La literatura se resiste a ese poder totalizador que, volcado en un bruto consumismo y en una masiva producción de mensajes, deshumaniza al ser humano.