Inspirada en hechos históricos, y ambientada en la isla ficticia de Puerto Santo, enclave español en medio del océano Atlántico, Juan Ignacio Royo recrea el pánico de la población ante el rumor de una invasión del ejército de los Estados Unidos durante la guerra de Cuba a finales del siglo XIX.
Los vecinos, temerosos de un bombardeo, huyen de la costa y se refugian en las montañas, donde tampoco encontrarán la seguridad que buscan. En una situación precaria, los distintos personajes escenifican sus temores, se agudiza la prepotencia de los poderosos y la necesidad de los más humildes.
La trama, esperpéntica, desvela un comportamiento absurdo de políticos y militares. Constituye, al fin, un alegato contra la guerra y las mentiras que la acompañan.